El canciller alemán Scholz le dice "no" a Ucrania. Se niega a entregarle misiles de crucero Taurus, porque teme que el suministro pueda desembocar en un enfrentamiento directo entre la OTAN y Rusia. El ejército ucraniano podría atacar con esos misiles de producción alemana la retaguardia enemiga, tanto en territorio ocupado ucraniano como en la Federación Rusa, y también golpear las puertas de Moscú. Occidente se enfrenta a un dilema estratégico: armar más a Ucrania podría disuadir a Rusia de seguir avanzando, pero también generar una escalada cuyo peor escenario sería una tercera guerra mundial de carácter nuclear.
Se lo explicamos en #DWAnaliza.
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